—Lea,
¿eres tú? —pregunta mi padre desde la lejanía del comedor.
—Sí —me limito a contestar.
Acabo de llegar, son las dos y cuarto
de la tarde e imagino que la hora de comer. He pasado toda la mañana con Luke y
tengo la sensación de que apenas hemos pasado una hora juntos, cuando la
realidad es que han sido como cuatro horas. Para ser sincera se me había
olvidado por completo el hecho de que tenía una casa y una familia con la que
volver. Es como si en esas cuatro horas todo lo que me importa hubiera pasado a
segundo plano.
Doy pasos largos por el ancho
vestíbulo, decorado por una enorme araña que cuelga desde lo más alto, y una
ancha alfombra en el centro. Cuando llego hasta la puerta del comedor, me asomo
para ver lo que se cuece en el interior. En la habitación me encuentro con la
ancha mesa abarrotada de gente, mucha más de la que había ésta mañana. A parte
de mis padres y mis abuelos, en la mesa están mi tío Will y su mujer Esther, y mis
tres primos pequeños: Jake y las gemelas Lydia y Ashley. Todos dejan sus
conversaciones triviales para prestar atención a mi llegada. Mis primas
comienzan a gritar mi nombre y Ashley salta corriendo a mis brazos. La cojo al
vuelo, y aunque solamente tenga cinco años, casi no puedo aguantar el peso, por
tanto la vuelvo a dejar sana y salva sobre el suelo. Mi padre, que está sentado
al lado de mi tío, en el asiento más cercano a la puerta, me mira preocupado.
—¿Se puede saber dónde has estado? —me
pregunta rígidamente— Te he llamado tres veces.
—Se me ha apagado el móvil porque no
tenía batería —digo rápidamente. No es cierto, a mitad del camino de vuelta a
casa me percaté de las llamadas perdidas, pero como ya era tarde y estaba a un
par de manzanas de casa de los abuelos, decidí dejarlo—, lo siento.
—¿Por qué has tardado tanto? ¿Dónde
has estado? —repite de nuevo. Mi corazón comienza a latir a una velocidad fuera
de lo normal. ¿Qué puedo decirle? ¿Qué he pasado toda la mañana con un extraño
huyendo de mi ex novio?
—Robert, deja de montarle un
espectáculo a la pobre y deja que se siente a comer —dice mi abuela muy
oportunamente, haciendo que mi corazón vuelva a su ritmo de siempre. Gracias, abuela, digo en mi cabeza.
Suspiro aliviada por el apuro en el
que me había metido en tan poco tiempo, y me siento al lado de mi primo Jake,
que me hacía señas desde su asiento para que fuera con él. Mientras desdoblo la
servilleta para dejarla reposar sobre mi regazo, mi abuela me echa unas enormes
cucharadas en el plato de lo que parece ser un estofado de carne. Cuando veo
que este está a punto de desbordarse, le pido que pare a no ser que quiera
verme muerta.
—Hola, prima, te has vuelto muy
rebelde desde la última vez que te vi —me dice mi primo por lo bajini antes de
soltar una pequeña carcajada. Le veía reírse en cuanto mi padre ha empezado a
interrogarme.
—Sí, ¿no has visto mi pearcing de la
lengua y mi tatuaje en la muñeca que dice “I
love breaking the rules”? —digo con voz profunda imitando a un camionero.
Los dos comenzamos a reírnos, y mi tía nos manda a callar con una mirada
asesina.
—¿Qué será lo próximo? —pregunta retóricamente—
¿Combinar rosa y rojo?
Nos pasamos el resto de la comida
así. Echaba mucho de menos a mi pequeño primo, aunque no tan pequeño. Tiene
dieciséis años y siempre nos hemos llevado de maravilla. Nos vemos muy poco
pero cuando esto ocurre nos lo contamos todo y podemos llegar a ser los mejores
amigos. Yo soy la única de la familia que sabe lo de su homosexualidad y
siempre le he animado a contárselo a sus padres más de una vez, pero sigue sin
estar seguro, tiene miedo de que no acepten lo que es.
Cuando terminamos la comida subo lo
más rápido posible a mi habitación, huyendo de mi padre y sus preguntas,
rezando por que se le haya olvidado. Cuando llego a ella, sustituyo la ropa que
llevo por un pantalón de chándal y una camiseta de tirantes y me meto a la cama
a descansar.
Sin ser consciente comienzo a
recapitular lo ocurrido esta mañana. Mirándolo ahora, resulta tan surrealista
que incluso me planteo si todo ha sido un sueño. El inesperado “encuentro” con
Jared, la huída, el refugio en la cafetería, la amabilidad de Luke, el paseo
por la playa, las preguntas, la sirena… Una pequeña risa se escapa de entre mis
labios al recordar esto último. ¿Cómo me ha dejado hacerle eso? Estiro el brazo
y tanteo entre las cosas de mi mesita de noche hasta dar con el móvil. Me lo
acerco y busco entre las fotos más recientes y la última es la de Luke la
sirena, que mira sonriente al objetivo, con una mueca graciosa. No puedo evitar
reír al recordarlo. ¿Realmente ha ocurrido esto hoy? Yo, que soy la timidez
personificada, ¿me he atrevido a dar mil vueltas con un desconocido? Nadie que
me conozca se lo creería.
Observando la foto intento recordar
de lo que estábamos hablando en ese momento, y al instante se me viene a la
cabeza. Intentaba que me dijera lo que iba a ser de mayor, me ha dejado con la
intriga y eso es inaceptable. Espero que mañana me lo diga o la duda acabará
quitándome el sueño.
Espera.
Mañana. Mañana he vuelto a quedar
con él. Si Emily lo supiera diría que estoy loca. No sé si debería contárselo,
puede que mañana por la tarde, después de quedar con él. Aunque Em se volvió
muy protectora conmigo desde lo de Jared y no sé cómo se lo tomaría. Pero, ¿de
qué estoy hablando? Es un chico al que acabo de conocer, al que no sé ni si
considerar mi amigo. Con todas estas dudas y teorías rondando en mi cabeza,
comienzo a adormecerme, pero lo último que recuerdo antes de caer en una nube
de sueños, es la última frase de Luke antes de salir disparado: “Gracias a ti por aparecer”.
—Despierta, zorra, que me aburro —oigo
que alguien me dice mientras me da pequeñas y suaves bofetadas—. Vamos, no
finjas, que sé que estás despierta, y si no lo estás, me da igual.
—Jake, vete a la mierda —digo
escondiendo la cabeza entre mis sábanas.
—No me seas maleducada que nos vemos
solamente dos veces al año.
Noto cómo se levanta de mi cama, y
me acomodo de nuevo, feliz y calentita entre mis sábanas con olor a suavizante,
pero este gesto de alegría se esfuma en segundos, ya que acto seguido mi ya no
tan querido primo, abre las cortinas de mi habitación, haciendo que pase toda
la luz directamente en mi cara. Jake comienza a cantar muy desafinadamente y
suspiro resignada, incorporándome finalmente.
—¿Sabes que te odio? —le pregunto
retóricamente.
—No, me amas y lo sabes, venga,
cuéntame cosas sobre tu vida, ¿algún cotilleo? ¿Tienes novio? ¿Novia? —una
cascada de preguntas sin sentido me caen encima como un cubo de agua fría. Sí,
quiero mucho a Jake, pero a veces puede ser demasiado maruja— Vamos, no tengo
todo el día.
—¿Qué quieres que te cuente? No, no
tengo novio ni novia, mi vida no es emocionante —digo echándome de nuevo en la
cama a la vez que Jake alcanza un par de cojines—. Cuéntame tú, ¿qué hay de
nuevo en tu vida?
Sé que he acertado con la pregunta,
que solamente me preguntaba por protocolo y que lo que quiere es hablar de él
mismo, y otras veces puede haberme molestado, pero en este momento no podría
pedir algo mejor. Para ser sincera, he estado a punto de hablarle de lo que ha
ocurrido esta mañana, pero no estoy segura de si es una buena idea. No es por
miedo a que vaya contándolo por ahí, pero siempre he sido más de escuchar que
de hablar y me resulta complicado.
—Tengo novio —dice en voz baja, para
asegurarse de que nadie nos oiga, aún estando la puerta cerrada. Saca su móvil
a la velocidad de la luz y me restriega la pantalla por la cara. Me muestra una
foto de él, es un chico alto, delgado y de tez pálida con el pelo negro y los
ojos azules—. Se llama Arthur, llevamos casi siete meses saliendo, le conocí en
un pub, tiene tu edad y es el amor de mi vida.
—Vaya, es muy guapo, bien hecho
primo —le felicito. Realmente es muy guapo, no es mi tipo, pero es bastante
mono. Aunque no me lo imagino caminando de la mano del canijo rubio que es mi
primo.
Comenzó a contarme cómo surgió todo.
Una amiga en común los presentó y desde entonces no dejaron de hablar por el
móvil y a quedar en secreto. Sus padres tampoco saben sobre su homosexualidad,
así que ambos estuvieron de acuerdo en ocultar su relación por el momento. Dice
que cada vez que quedan le compra una bolsa de sus chucherías favoritas y que
esa es señal de que es el amor de su vida. Las paranoias de Jake son dignas de
estudio, no es broma. Una vez, cuando éramos pequeños me explicó su teoría
sobre el misterio de dónde provenían los bebés. Acabé llamando a mi madre llorando
y pidiéndole que no hiciera tratos con los alemanes, que quería ser hija única.
—¿En serio que no tienes ningún
churri por ahí? —pregunta y niego con la cabeza, respondiéndole— ¿Y dónde has
estado esta mañana?
—¿Eres mi padre? —Le recrimino un
tanto a la defensiva, más de lo que me hubiera gustado.
—Te he calado, sabes que tengo un
sexto sentido con las mentiras.
—¡Si no te he mentido, ni siquiera
me has dado tiempo a contestarte!
—Eh, guarda las garras, fiera, que
te noto un poco tensa —intenta calmarme poniendo las manos en alto—. Venga,
cuéntamelo todo.
Lo pienso un par de segundos y acabo
explicándoselo todo. Él conocía la historia de Jared, pero no con todos los
detalles como Emily, ya que se lo expliqué las navidades pasadas. Jake me mira
expectante y con la boca entreabierta a lo largo de todo el relato,
aparentemente apasionado por todo lo que le explico. Cuando concluyo, cojo aire
y expiro, más relajada al por fin habérselo contado a alguien.
—¿Estás saliendo con un extraño? —pregunta
incrédulo.
—¡No! No has escuchado nada de lo
que te he dicho, ¿verdad?
—Sí que te he escuchado, pero en
resumen es eso, quieres decirme que te gusta un extraño, es normal, yo me
enamoro de todos los chicos guapos que me encuentro por la calle. A veces me
planteo en perseguirlos, e incluso otras veces lo he hecho —añade desviándose
del tema—, pero el caso es que tú, solamente has llegado a otro nivel, que es
el de intimar con ese guapo extraño. Porque es guapo, ¿no?
—Sí, lo es —digo un poco avergonzada
por decir en voz alta lo que llevo pensando desde esta mañana—. Y… he quedado
con el mañana, pero tengo un problema.
—¿Dónde está el problema en
desayunar con el guapo desconocido? En serio hija, a veces pienso que eres
tonta…
—Cállate —le interrumpo—. A ver,
después de lo de hoy no creo que mi padre me deje ir mañana, así que, no tengo
ni idea de lo que puedo hacer.
—Tengo un plan —dice con tono maquiavélico—.
Ahora bajo un momento y le digo a tus padres que quiero ir mañana por la mañana
a una pastelería nueva que han abierto y que si les importa que vayas conmigo,
no creo que se oponga y si lo hacen, pues te rapto.
—¡Jake, eres el mejor! —digo
rodeándole entre mis brazos, llenándolo de besos en la cabeza.
—Ay, ya lo sé —dice apartándome y
recolocándose el pelo—. Esto es tan emocionante, es como Romeo y Julieta.
—No has leído el libro, ¿verdad?
—No, la verdad es que no —responde
sinceramente saliendo por la puerta de mi habitación, y escucho sus alegres
pisadas bajando por las escaleras hasta que el sonido se hace imperceptible.
Me tiene que salir algo bien este
verano, ¿no?