jueves, 24 de octubre de 2013

CAPÍTULO 4 "Luke".

           ¿Qué hace llamándome? ¿Qué pretende? Aún sale su nombre en la pantalla, ¿quieres desaparecer de una vez de mi vida? Dudo entre colgar o simplemente dejar que suene hasta que la llamada se corte. Resulta ser una dura decisión, ya que obviamente colgar sería un error si lo que trato de ser es sutil, pero por otro lado, no aguanto ni un segundo más viendo su nombre en la pantalla, ni la vibración en mi mano. Aparto la mirada mientras sigo caminando y dos segundos después, se corta la llamada. Por fin respiro con tranquilidad, pero no pasan ni diez segundos cuando vuelve a sonar el móvil. Esta vez decido no sacarlo del bolsillo, a sabiendas de que es Jared quien llama. Camino con paso aligerado, creo que debería apagar el móvil, pero no quiero por si acaso ocurre algo y alguien quiere contactar conmigo. ¿Pero qué hago ahora? ¿Existe alguna manera de bloquear sus llamadas? Al fin deja de vibrar el móvil, y rezo por que no vuelva a hacerlo. Y es entonces cuando entre todo el barullo de gente, creo escuchar mi nombre. Al principio pienso que son alucinaciones mías y que estoy paranoica, pero cuando vuelvo a escucharlo, esta vez más de cerca, un nudo en el estómago me provoca una fuerte angustia.
            ¿Qué hace? ¿Es él? Pues claro que sí, ¿quién va a ser si no? Pero es demasiada casualidad, en un lugar tan grande como este. Que ilusa fui creyendo que podría perderme, el mundo es un pañuelo.
            Intento no girar la cabeza ni prestar atención a sus gritos. Pretendo hacer de oídos sordos, pero no puedo. Incluso entre tanta gente parloteando e incluso gritando, escucho su voz. Lo que desearía que fueran imaginaciones mías…
            —¡Lea, Lea! —escucho todavía más de cerca.
            Me pongo tensa, siento la necesidad de darme la vuelta y pedirle que no me siga, que le estoy ignorando, pero sería una total metedura de pata. El corazón me late a mil, y no puedo echar a correr ahora que es demasiado tarde. Intento andar con mayor velocidad, con prisa y sin pausa, como si tuviera que ir a alguna parte. ¿Qué hago? Tengo una idea, a la vuelta de la esquina hay una cafetería, me meteré allí, me encerraré en el baño y contaré hasta mil para salir. Puede que la última parte la descarte, pero de momento es un buen plan.    
            Cojo aire y comienzo a andar a mayor velocidad, prácticamente corriendo. Sigue llamándome tanto a gritos como por teléfono, y eso lo único que me provoca es ansiedad. Un par de metros más y enseguida estaré en el local. Ojalá esté lo suficientemente alejado como para que no sepa adónde he ido.
            Empujo la puerta con tanta fuerza que no me sorprendería caer rendida aquí en medio. Jadeante la cierro tras de mí, y me siento en la primera mesa que pillo. ¿Dónde está el baño? No tengo tiempo. Miro a mi izquierda, por la ventana, aquí me puede ver. Alzo la vista en busca de algún camarero que pueda indicarme dónde está el baño, pero parece ser que la suerte hoy no está de mi parte, porque no veo ni uno. Normal, si prácticamente no hay nadie. Miro nerviosa la ventana, parezco un maldito espectáculo, quien me vea pensará que estoy loca. De pronto escucho mi nombre de nuevo, miro a mi izquierda, donde la ventana, sabiendo que en segundos Jared se asomará por allí, y probablemente me verá. ¿Qué hago? ¿Qué hago? No hay nada con lo que cubrirme.
            —Chst, ¿te pasa algo? —me dice un chico rubio que se encuentra sentado dos mesas delante de mí. Cuando le miro en lo primero que me fijo es que en su mesa hay un menú, por tanto me pongo en pie y corro hasta él, sentándome a su lado, cogiendo el menú y cubriéndome la cara con este. Atenta, escucho cómo el chico rubio intenta aguantar la risa.
            —Ríete si quieres, pero esto es serio —digo ofendida, echando una ojeada por la cristalera.
            —Disculpa… —dice soltando una carcajada.
            Ignoro su superficial educación y me concentro en ver cómo Jared pasa justo en ese momento por la puerta, parándose en seco y mirando inoportunamente dentro del recinto, en mi búsqueda. Saca el móvil una vez más, y cuando veo que está a punto de entrar, me cubro totalmente con el menú, deseando ser invisible. Que no entre por favor, que no entre por favor, pienso.
            —Si a lo largo de un minuto alguien entra, por favor, avísame —le digo al chico rubio que permanece en silencio, supongo que atento a mis órdenes.
            Permanezco oculta, tras la potente barrera de un simple menú plastificado, si me quedo quieta quizá no me vea nunca. Como con los dinosaurios. Pasan unos segundos y no escucho nada, por tanto decido bajar la guardia y el menú. Cuando hago ademán alguien se interpone, aplastando el trozo de plástico contra mí, impidiéndome ver.
            —¡¿Qué haces?! —le grito.
            —Aún no ha pasado un minuto, espera unos tres segundos y… —dice con tono alegre, pero a mí no me hace ni pizca de gracia— ¡ya! —exclama apartando la mano, permitiéndome de esta manera poder dejar a luz mi gesto de desacuerdo.
            —¿Qué? —pregunta con una ancha sonrisa.
            Es ahora cuando tengo la oportunidad de saber quién me ha ayudado —de cierto modo— a esconderme, por tanto, sin contestarle a la pregunta, me fijo en su rostro. Unos ojos azules como el mar, un pelo rubio con el flequillo en punta y una preciosa sonrisa decorada por unos adorables hoyuelos. Es guapísimo, para qué engañarse. Sin darme cuenta nos hemos quedado completamente en silencio, mirándonos directamente a los ojos sin tapujos. Suelo rehuir mucho el contacto directo visual, ya que me incomoda muchísimo, pero mirando los ojos de este extraño, siento calidez, seguridad… es difícil de explicar, pero al ser consciente de que llevo como un minuto escrutándole con la mirada, carraspeo y dirijo la vista hacia el salero que hay sobre la mesa. No me hace falta mirarle para saber que está sonriendo, y eso hace que mi cara comience a enrojecerse.
            —Me llamo Luke, Luke Hemmings —dice rompiendo el hielo. Gesto que agradezco.
            —Yo soy Lea Brown, encantada y gracias por prestarme tu menú —digo poniéndolo en alto.
            —Un placer —dice agachando la cabeza todavía sonriendo. Sus hoyuelos son tan profundos que siento la necesidad de tocarlos—, no quiero ser cotilla, pero, ¿podrías explicarme qué acaba de pasar?
            Sé que es un extraño, que lo único que conozco de él es su nombre y apellido, pero algo dentro de mí me suplica contárselo. No tengo ni idea de qué es ni de por qué siento esa necesidad, pero si pregunta, lo menos que puedo hacer es responderle.
            —Para empezar, yo no soy de aquí, soy de Wisemans Ferry, pero vengo todos los veranos a Sydney y pues nada. Estaba huyendo de mi ex, Jared, con el que salí el verano pasado y me puso los cuernos con una amiga con una patética excusa —pienso un poco, buscando algún detalle más—. Y… sí, creo que eso es todo. Ahora me acosa, y yo no quiero verle nunca más, como tú comprenderás…
            —Entiendo, entiendo… —dice arrugando el ceño— ¿y qué excusa te puso?
            —“Si de todas formas te ibas a ir…”
            —¿En serio? —pregunta incrédulo— Qué huevos tiene.
            La indignación en su tono de voz consigue conmoverme, sé que es una reacción típica, pero no sé, aprecio que se preocupe por mí sin tan siquiera saber quién soy. En ese instante viene una camarera con una pequeña libreta —sí, ahora aparece, a buena ahora—, y me pregunta si quiero tomar algo. Miro el menú rápidamente y le pido un capuccino acompañado de una magdalena de chocolate.
            —Siento haberte aburrido con mi preciosa historia de amor —me disculpo por haber sido tan lanzada en ese aspecto.
            —Oh, no te preocupes, si he sido yo el que ha preguntado —dice quitándole importancia al asunto, mientras le da un sorbo a su taza de café.
            De pronto aparece la camarera de antes esta vez sustituyendo la libreta por una bandeja con una taza y una magdalena. Me coloca el plato justo delante y se despide de nosotros diciendo que si queríamos algo más, que no dudáramos en avisarla.
            Antes de darle un hambriento mordisco a la magdalena, pienso en lo que estoy haciendo. Siempre he sido muy tímida y reservada, y ahora estoy aquí, en un local al que nunca antes había ido, desayunando con un chico al que acabo de conocer. Es totalmente surrealista.
            —Bueno, ¿y tú qué? ¿No huyes de tu ex? —pregunto curiosa, intentando descubrir si tiene novia.
            —No, la verdad es que no.
            —Es muy entretenido, deberías probarlo —le recomiendo. Al final acabamos los dos riéndonos.
            Continuamos hablando durante lo que parecen ser cinco minutos, que en realidad es más de media hora. Se me pasa el tiempo volando mientras hablo con él. Le he contado cosas sobre mi familia, que soy hija única, que estaré viviendo en una casa no muy lejos de aquí y cosas por el estilo. Le he hablado de Emily, y de Wisemans Ferry. No le he vuelto a mencionar el tema de Jared, pero lo cierto es que solo hemos hablado de mí, y nada sobre él. Cosas irrelevantes y superficiales, pero me ha parecido suficiente. Es agradable que te escuchen.
            De pronto mi móvil vuelve a vibrar, ¿en serio sigue buscándome? ¿No piensa tirar la toalla? Lo cuelgo harta de él, y lo dejo sobre la mesa. Luke me mira confuso, y no me da tiempo a decirle que es Jared de nuevo, ya que vuelve a llamar, y cuando Luke ve su nombre en la pantalla, alcanza el teléfono.
            —Déjamelo a mí —me dice enfadado. Descuelga el teléfono y se lo lleva a la oreja. Intento escuchar a Jared, pero es casi imposible—. ¿Sí? Lea no está disponible en estos momentos… Y si es posible no la vuelvas a llamar ni molestar o te las verás conmigo… ¿Que quién soy? Su novio, así que no me toques las narices o te parto la cara, que pases un buen día.
            Miro con la boca abierta a Luke, anonadada ante lo que acaba de ocurrir. ¿Le ha dicho todo eso por mí? Espera un momento, ¿se ha hecho pasar por mi novio? De pronto me entra la risa nerviosa. Verle tan cabreado ha conseguido hasta asustarme, parecía muy agresivo, dispuesto a cumplir con lo de darle una paliza. No sé cómo tomármelo, para ser sincera.

            —Creo que no te va a molestar más —dice devolviéndome el móvil con una sonrisa—. ¿Pido la cuenta y nos vamos a dar una vuelta?

3 comentarios:

  1. Abrishwbeisijaldojb *.* Me ha gustado este cápitulo. Siguientee! (:

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Awww, gracias bby, no sé cuándo podré escribir, ya que ahora estoy muy liada con el tema de los exámenes y trabajos...

      Eliminar
  2. Jo, lloremos :'c Bueno seré paciente. Xd

    ResponderEliminar